El Vänern es un “pequeño” lago situado (más o menos) en el sudoeste de Suecia. Lo de pequeño, es relativo, como siempre. Es una décima parte del lago Huron, pero su superficie es casi tan grande como la provincia de Alicante. Como diría aquel, unos tanto y otros tan poco.
En uno de los canales del delta del rio Klarälven que desguazan al mencionado lago Vänern, en la ciudad de Karlstad, me encontré con estas biescaleras de impares escalones. Su presunta utilidad salta a la vista, alguien decidió hacer barcos de diferentes alturas.
Pero a falta de barcos y viendo que el tamaño podría impedir que fuesen unas “Starways to heaven”, solo por el tamaño, ya que estoy convencido que para ir al cielo puedes coger escaleras distintas, observándolas, me asaltó la duda de si no podría tratarse de un equipamiento deportivo, para entrenarse en esa nueva modalidad llamada “balconing” (nivel básico).
El “balconing” parece que es lo último que se ha sacado la madre naturaleza para proseguir con su lenta “selección natural”, en este caso, de idiotas. Consiste en tirarse a una piscina (con lo bonito que es tirarse otras cosas) desde la terraza de la habitación de un hotel. Desde que se pusieron de moda los hornos eléctricos… la gente ya no sabe que hacer para suicidarse.
En uno de los canales del delta del rio Klarälven que desguazan al mencionado lago Vänern, en la ciudad de Karlstad, me encontré con estas biescaleras de impares escalones. Su presunta utilidad salta a la vista, alguien decidió hacer barcos de diferentes alturas.
Pero a falta de barcos y viendo que el tamaño podría impedir que fuesen unas “Starways to heaven”, solo por el tamaño, ya que estoy convencido que para ir al cielo puedes coger escaleras distintas, observándolas, me asaltó la duda de si no podría tratarse de un equipamiento deportivo, para entrenarse en esa nueva modalidad llamada “balconing” (nivel básico).
El “balconing” parece que es lo último que se ha sacado la madre naturaleza para proseguir con su lenta “selección natural”, en este caso, de idiotas. Consiste en tirarse a una piscina (con lo bonito que es tirarse otras cosas) desde la terraza de la habitación de un hotel. Desde que se pusieron de moda los hornos eléctricos… la gente ya no sabe que hacer para suicidarse.