
Es una novela, que trata sobre la obsesión humana (¿existe la obsesión animal? ¿y la mineral?) y el miedo al fracaso. Ese es el “tio Petros”. Y el motivo de todo ello es el afán por demostrar la famosa (iba a decir archi famosa, pero me he reprimido) “Conjetura de Goldbach”. Para que no tengáis (que viene del verbo tener) que buscar el enunciado, helo aquí: “Todo número par mayor que 2 puede escribirse como suma de dos números primos”. Una conjetura, es algo que se supone cierto pero que no ha sido probado ni refutado. Si se llegase a demostrar su certeza se convertiría en un teorema.
O sea que el “tio Petros” intenta resolver la dichosa conjetura y parece que fracasa (o no) y su sobrino intenta sonsacarle las razones del porque de su abandono y/o fiasco. Y todo esto en un ambiente histórico matemático que parece ser que es bastante veraz.
Creo que es la primera novela matemática que leo. Me ha afectado. Me paso el día pensando como calcular números primos, o sea haciendo el primo. Y como el libro hace referencia, pues también he sentido curiosidad malsana por el “Último Teorema de Fermat” y la “Hipótesis de Riemann” que eran otras conjeturas que hasta hace relativamente poco (pasados los 90) aún no se habían resuelto. Y al final les he cogido cariño y todo, si, me llamareis sensible, pero soy así. Y como guinda del pastel, aparece el “Teorema de la incompletitud de Gödel” que dice: “Ningún sistema consistente se puede usar para demostrarse a sí mismo”.
Aviso a navegantes: Cualquiera que quiera demostrar su inclinación, que no se escude en los de su condición (uy, hasta rima). ¿Como se os ha quedado el cuerpo? La verdad, tuve inclinaciones de ir corriendo al terapeuta y tumbarme en su diván pero terapéuticamente hablando la lectura de esta novela me sirvió para hacerme “cosas” menos físicas y más mentales o sea como una ducha de agua fría, pero seca.