
Llego como casi siempre tarde, pero no impuntual. Casi en la puerta saludo a sor Mónica y a su hermana, sor Ingrid que ya se van. Van acompañadas de María que ya está acabando el noviciado. Ella siempre me ha llamado la atención. Quizás sus elementos faciales metálicos contribuyen a ello. Será la mortificación de la carne. Me presentan a otra monjita como “mi compañera de piso”, y entre tanta bendición no caigo en que lo de piso sobra. Les doy recuerdos para la madre superiora y se van.
La parroquia no se ve muy llena. La crisis también afecta a las vocaciones. Me dirijo hacia la sacristía y allí, el (la) sacristán, al ver mi púrpura figura y con dos intercambios de movimientos de cabeza, me sirve. Los jueves están permitidos líquidos que no provienen de la vid. Las sotanas y los alzacuellos están prohibidos. La música, y ese empieza a ser uno de los encantos del sitio, no es sacra, está más cercana, en proximidad, al hueso sacro.
En un barrido rápido, puedo distinguir algún obispo, no por tenerlos visto, que los tengo, sino por que se les ve a la legua, algo entrados en carnes. Lo que abunda más, son seminaristas. Ay! que recuerdos me trae el seminario. Sacerdotes pocos, con lo bien que se está en el seminario, ¿quién se ordena?, Monaguillos, muchos, o estoy perdiendo mi ojo clínico o cada día son más jóvenes. Bueno, tampoco hay quejarse, si están allí para ayudar en las celebraciones, mejor que mejor. Igual un día cierran la parroquia.
La parroquia es ecuménica, y vienen de muchas órdenes diferentes, pero por su indumentaria, informal, se les pilla rápido. Están los franciscanos, con sus ropas sencillas, los carmelitas descalzos, todos con chanclas, los agustinos que visten cómodos, los legionarios de cristo, con su ropa ajustada marcando músculo, los escolapios, pulcros y limpios y los jesuitas, muy pijos ellos. Monásticos también hay, benedictinos (algún impío transformó su nombre en un graffiti en una puerta del lavabo), jerónimos, sobre todo venidos de las últimas migraciones y cartujos, esos solitarios que no hablan con nadie. Como veis, mucho carnero en el rebaño del señor. Ovejas, también hay, pero me cuesta más separarlas por órdenes, solo soy capaz de distinguir las demimooristas más conocidas como las monjas o’neil.
Y hacen, lo que supongo que hacen el resto de los mortales. Hablar, reír, cantar, beber, fumar y actuar. Comer, supongo que lo hacen, pero eso es su problema y el de su confesor. De vez en cuando, entonan canciones a modo de “que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del…” pero ahora dicen cosas como “And sometimes I get nervous / When I see an open door / Close your eyes / Clear your heart... / Cut the cord” y entonces parecen humanos.
Y sí, son cultos, y eso es gracias al seminario. Es normal oír palabras como peccata, fellatio, irrumati, lingus, coitus interruptus , penis, testiculus, potens eiaculari , etc, etc. Es más, un día asistí a una interesante discusión entre los que eran partidarios de la “manus stuprare” y los que lo eran de la “manus turbare”. Evidentemente, no se pusieron de acuerdo, igual en un futuro concilio lo hacen. Kyrie erecteion. Otra!!! pro nobis.
La parroquia no se ve muy llena. La crisis también afecta a las vocaciones. Me dirijo hacia la sacristía y allí, el (la) sacristán, al ver mi púrpura figura y con dos intercambios de movimientos de cabeza, me sirve. Los jueves están permitidos líquidos que no provienen de la vid. Las sotanas y los alzacuellos están prohibidos. La música, y ese empieza a ser uno de los encantos del sitio, no es sacra, está más cercana, en proximidad, al hueso sacro.
En un barrido rápido, puedo distinguir algún obispo, no por tenerlos visto, que los tengo, sino por que se les ve a la legua, algo entrados en carnes. Lo que abunda más, son seminaristas. Ay! que recuerdos me trae el seminario. Sacerdotes pocos, con lo bien que se está en el seminario, ¿quién se ordena?, Monaguillos, muchos, o estoy perdiendo mi ojo clínico o cada día son más jóvenes. Bueno, tampoco hay quejarse, si están allí para ayudar en las celebraciones, mejor que mejor. Igual un día cierran la parroquia.
La parroquia es ecuménica, y vienen de muchas órdenes diferentes, pero por su indumentaria, informal, se les pilla rápido. Están los franciscanos, con sus ropas sencillas, los carmelitas descalzos, todos con chanclas, los agustinos que visten cómodos, los legionarios de cristo, con su ropa ajustada marcando músculo, los escolapios, pulcros y limpios y los jesuitas, muy pijos ellos. Monásticos también hay, benedictinos (algún impío transformó su nombre en un graffiti en una puerta del lavabo), jerónimos, sobre todo venidos de las últimas migraciones y cartujos, esos solitarios que no hablan con nadie. Como veis, mucho carnero en el rebaño del señor. Ovejas, también hay, pero me cuesta más separarlas por órdenes, solo soy capaz de distinguir las demimooristas más conocidas como las monjas o’neil.
Y hacen, lo que supongo que hacen el resto de los mortales. Hablar, reír, cantar, beber, fumar y actuar. Comer, supongo que lo hacen, pero eso es su problema y el de su confesor. De vez en cuando, entonan canciones a modo de “que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del…” pero ahora dicen cosas como “And sometimes I get nervous / When I see an open door / Close your eyes / Clear your heart... / Cut the cord” y entonces parecen humanos.
Y sí, son cultos, y eso es gracias al seminario. Es normal oír palabras como peccata, fellatio, irrumati, lingus, coitus interruptus , penis, testiculus, potens eiaculari , etc, etc. Es más, un día asistí a una interesante discusión entre los que eran partidarios de la “manus stuprare” y los que lo eran de la “manus turbare”. Evidentemente, no se pusieron de acuerdo, igual en un futuro concilio lo hacen. Kyrie erecteion. Otra!!! pro nobis.