Un local, ambiente limpio, gente, pero sin agobio. La música suena lo suficiente para acercarte a alguien para hablar. Estoy hablando con un chico joven, de mi estatura, moreno, pelo largo. Hablamos de nuestras cosas. Reímos. Sonreímos. De vez en cuando un gesto de complicidad fugaz. Su cara me suena, seguro, pero no se de que. Su acento, aún me suena más, pero nada. De vez en cuando, un roce. De vez en más, una mano que se posa en el brazo, para enfatizar una frase. Y de repente pasa. Smuah (un piquito), rápido. Seguimos el juego. El siguiente smuah tarda, pero llega inexorablemente. Igual de rápido. Seguimos el juego. Smuuuuahhh. Este ha sido de libro (algo más que labios). Esto se está poniendo al rojo vivo. Estoy como una moto. Nuestras miradas no paran de cruzarse. Después del tercero “de libro”, me lanzo y lo acompaño con una mano, del todo inocente, en la nalga (creo que izquierda). Cuando la retiro, casi imperceptiblemente, con su mano derecha, se toca su nalga. La escena se va repitiendo, si, la misma. Me empieza a inquietar ese último movimiento. Me fijo bien, y lo descubro. Cada vez que mi mano se desliza por encima de su nalga, el, se re-sitúa los gallumbos. Ahora ya se quien es. Juego, set y partido. Y sigo durmiendo.
Necesito leer tus libros: Capítulo 142.
Hace 1 semana
2 comentarios:
No sé si lo pillo...¿has soñado con Nadal? pues te lo prohibo. Nadal es mío, jaaja
Bezos
Era facil, pero solo son sueños.
Kisses
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