Cuentan que los alemanes hacen las cosas bien, con método y a conciencia. Dicen también que son uno de los motores del club de negocios de Europa. Tienen fama de tener lo que nosotros llamamos "cabeza cuadrada", o sea que si una cosa es así tiene que ser así y no asá. Método y poca "creatividad" o imaginación. Como todos los mitos, este tiene fisuras. Mi padre, cuando veía películas -todas ellas americanas, de la II Guerra Mundial- decía que con lo tontos que parecían los alemanes, la guerra duró demasiado. En la tierna juventud, me quede con "si, si, muy tontos", años más tarde, lo que se llevaba era que los tontos eran los otros. Más tarde comprendí que la tontería era la guerra. La siguiente evolución fue que lo eran todos, tanto los unos como los otros, y la cosa en si.
Pero me quedo con lo primero. La casa Mercedes comercializará la próxima primavera el modelo SLS AMG llamado "Alas de Gaviota". Feo. Nosotros que nos esforzamos con ponerles nombres alemanes a operaciones anticorrupción y ellos ni se enteran. El precio, unos despreciables 196 mil euros, es una menudencia. Comprar un coche así implica tener un inspector de hacienda en el cogote. A ver, germánicos señores, cambien el puto nombre, “pétalos de rosa abiertos”, por ejemplo, pónganle un precio asequible (jajajaja) de 96 mil y unos extras de 100 mil, para que cuele más. Lo raro es que la Iglesia Católica no lo ha catalogado como pecado y amenazado con excomulgar a sus posibles compradores.
Con esto de los nombres, los japoneses fueron más sensibles, y cambiaron el barriobajero Pajero por un sugerente Montero. Claro que después otros no aprenden y allá donde tienen que ir senos ponen familiares gayolas.
Pero me quedo con lo primero. La casa Mercedes comercializará la próxima primavera el modelo SLS AMG llamado "Alas de Gaviota". Feo. Nosotros que nos esforzamos con ponerles nombres alemanes a operaciones anticorrupción y ellos ni se enteran. El precio, unos despreciables 196 mil euros, es una menudencia. Comprar un coche así implica tener un inspector de hacienda en el cogote. A ver, germánicos señores, cambien el puto nombre, “pétalos de rosa abiertos”, por ejemplo, pónganle un precio asequible (jajajaja) de 96 mil y unos extras de 100 mil, para que cuele más. Lo raro es que la Iglesia Católica no lo ha catalogado como pecado y amenazado con excomulgar a sus posibles compradores.
Con esto de los nombres, los japoneses fueron más sensibles, y cambiaron el barriobajero Pajero por un sugerente Montero. Claro que después otros no aprenden y allá donde tienen que ir senos ponen familiares gayolas.