Divan II

- Y bien, ¿que te ocurre, esta vez? – me pregunta.
- Tengo problemas
- ¿De que tipo?
- De relación
- ¿Con?
- Con un “amigo” – digo, utilizando el índice y el corazón de ambas manos para entrecomillarlo.
- ¿Qué quieres decir con un “amigo”? –dice él, repitiendo mi gesto.
- Pues eso, con un “amigo”.
- Pero los amigos o son amigos o no lo son.
- Es que es un “amigo” virtual.
- Querrás decir imaginario.
- No, virtual – asevero yo.
- Virtual tiene el significado de una existencia aparente y no real – dice el, en tono académico.
- Si, aparentemente existe y supongo que realmente también.
- Pero si existe, no puede ser virtual – puntualiza él.
- Um …..
- ¿Si?
- Quería decir que no lo he visto nunca.
- Ah, entonces es como una especie de “amigo invisible”.
- Se podría llamar así.
- Bien, vamos centrando la problemática – dice mientras asiente lentamente con la cabeza y añade:
- Así que tienes un amigo invisible y no sabes que regalarle.
- No exactamente. No he hablado de ningún regalo, aunque bien pensado …
- ¿Si?
- Un regalo puede arreglar algo.
- ¿Es que hay algo estropeado?
- La relación.
- ¿Con el amigo invisible?
- Con él.
- ¿Quién es él?
- El de que le hablaba.
- Tú me hablabas de problemas, relaciones y virtualidad.
- Si, pero referidas a un amigo.
- ¿Ahora me estas hablando de otra persona?
- No, del mismo – contesto yo, un poco impaciente.
- Has empezado hablando de un “amigo” y ahora me hablas de un amigo – dice, volviendo a repetir la mímica. Y continua:
– Mira, se nos ha acabado el tiempo. El próximo día ven mas centrado porque te vas por las ramas y lo único que haces es liarme.

Salgo de la consulta virtualmente destrozado. Pero como la virtualidad es irreal igual estoy curado. ¿Curado de que?
- De los problemas de relación - me contesta mi alter ego.
- Ei, alter, hola – le contesto
- Estás ciego – responde él, siempre tan directo.
- ¿Por?
- Porque los problemas los tienes conmigo, idiota.
- Pero tú no eres mi “amigo”.
- No, pero soy tu problema.